Bienvenidos a Jyotish & Yllara, mi página Web sobre astrología védica, una ciencia y un arte que, desde tiempos prehistóricos, ha sido para los seres humanos una luz en la oscuridad. En momentos de confusión y duda, para obtener más claridad respecto al sentido, sendero y objetivo de nuestra vida, una lectura astrológica aporta la visión necesaria para conocernos mejor y poder vivir desde nuestro más alto potencial.
La palabra Jyotish, que significa ciencia de la luz o también los ojos de los vedas, recalca la potestad de ver con claridad, o sea, el poder iluminador de la astrología como una ciencia que, hace milenios en el subcontinente de la India, formó parte de los Vedas, escrituras sagradas concebidas para preservar y difundir el conocimiento de una ancestral civilización y sabiduría, cuyas raíces se extienden hasta muchos milenios antes de Cristo.
La sabiduría de los Vedas ha permanecido en el tiempo, al igual que los conocimientos y técnicas de la astrología védica, la cual se basa, principalmente, en dos textos de dos Maharishis, grandes sabios de la antigua India: BRIHAT PARASHARA HORA SHASTRA y UPADESA SUTRAS de Jaimini, quien fue un discípulo de Vayasa, hijo de Parasahra y quien compuso el MAHABHARATA, un extenso texto épico que forma parte del 5º y último Veda.
En el siglo IV antes de Cristo, al expandir Alejandro Magno el imperio griego hasta las puertas occidentales de la antigua India, se creó la oportunidad de un intercambio de conocimiento entre ambas culturas, que promovió el desarrollo de la astrología helenística a lo largo de los siglos posteriores. La sabiduría y los cálculos de la antigua astrología de la India coexistieron en el tiempo con las escuelas astrológicas de Babilonia, Egipto, Persia y, luego, Grecia, influyéndose y enriqueciéndose mutuamente.
Cuando las civilizaciones clásicas de Grecia y Roma dieron paso a la Edad Media, se oscureció el conocimiento. Debido a que la religión ocupaba un lugar central en la concepción del mundo, se frenó la actividad científica, ya que poner en duda el orden cosmológico era una afrenta al dogma establecido y equivalía a querer alterar el orden sociopolítico.
Los conocimientos astrológicos, sin embargo, se mantuvieron vivos durante la Edad Media, para florecer nuevamente en el Renacimiento, en gran parte gracias a que los escolares judíos los considerasen una parte indispensable de la sabiduría cabalística. Hacia el final del Medievo y principios del Renacimiento, prácticamente todas las cortes disponían de un astrólogo a su servicio, entre los cuales figuraban nombres tan ilustres como los de Marsilio Ficino, Tycho Brahe o Kepler.
Durante los siglos XVII y XVIII, la astrología perdió relevancia y fue separada de la astronomía, que sí cabía en la nueva concepción científica mecánica del mundo y difiere de la antigua visión hermética, según la que microcosmos y macrocosmos están inseparablemente interconectados y que es la base de cualquier comprensión astrológica. También es la piedra angular de la filosofía védica que no concibe que exista algo que no sea Shiva, divinidad, luz de consciencia única. Hermes Trismegisto resume este pensamiento en la mítica frase grabada en la tabla esmeralda: “Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para consumar el milagro de la Unidad.”
Afortunadamente, renació un nuevo interés por la astrología en el siglo XIX, junto a una inclinación hacia el ocultismo, el misticismo y la teosofía. Helena Blavatsky, Rudolf Steiner y Alice Bailey, entre otros, proponían que todas las religiones surgieron a partir de un tronco común oculto bajo el velo de las distintas doctrinas elaboradas, con lo cual se acercaron nuevamente a la filosofía védica de Oriente, de la que también bebería Carl Gustav Jung, figura clave en el desarrollo del psicoanálisis y defensor de la astrología que le “ayudaba a dilucidar ciertos puntos que de otra forma hubieran sido imposibles de comprender”.
De ahí surgió, en el siglo XX, una astrología más enfocada en el autoconocimiento y crecimiento personal, la cual se enriqueció gracias a las corrientes de la psicología humanista y transpersonal, reemplazando la rama predictiva de la astrología que, durante siglos, había sido predominante. Esta faceta de la astrología, no obstante, sigue viva en la India y también en los horóscopos de, habitualmente, poco valor que se encuentran en las revistas.
En la India se siguen practicando las distintas ramas y técnicas de la astrología, en gran medida porque es el único país del mundo que nunca ha perdido el contacto con su esencia, firmemente anclada en la relación del ser humano con lo divino, que es el fundamento de la tradición védica. En Occidente, empero, predomina la ignorancia y cierta falta de respeto hacia la astrología, con su valor y dignidad, como herramienta milenaria capaz de aportar luz, claridad y guía para nuestra existencia.
Gracias a la labor de Jeffrey Wolf Green que, a finales de los años 70, desarrolló la astrología evolutiva, Occidente dispone actualmente de un sistema que intenta entender y trazar el proceso evolutivo del alma. Sus discípulos y otros brillantes astrólogos, muchos de ellos fundamentándose en el psicoanálisis y diferentes enfoques terapéuticos, siguen enriqueciendo la astrología occidental. Pero, a diferencia de sus homólogos orientales, todos ellos interpretan las cartas astrales exclusivamente sobre la base de los 12 signos solares, de Aries a Piscis, sin tener en cuenta la existencia de los 27 nakshatras o mansiones lunares que conforman un zodiaco lunar, con el que el Jyotish trabaja paralelamente al zodiaco solar.
Las posiciones planetarias en el zodiaco lunar, es decir, respecto a las estrellas o constelaciones, se miden de forma sideral porque, observando el cielo, los antiguos astrólogos védicos se dieron cuenta que, visto desde la Tierra, éstas se movían lentamente y que este fenómeno se debía a la precesión de los equinoccios. Hay un cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la Tierra, que provoca que el polo Norte celeste se desplaza en relación a las estrellas, y que el equinoccio de primavera no caiga cada año en el mismo punto o grado de la eclíptica, sino que este punto va retrocediendo al ritmo de 1º cada 72 años.
El zodiaco solar, sin embargo, se basa en las posiciones tropicales de los planetas en los distintos signos. Quiere decir que divide la eclíptica, que es el círculo por la que vemos moverse el Sol y los planetas, en 12 porciones iguales de 30º cada una. Este círculo representa el año tropical con sus cuatro estaciones, perteneciendo Aries, Tauro y Géminis a la primavera, Cáncer, Leo y Virgo al verano, Libra, Escorpio y Sagitario al otoño, y Capricornio, Acuario y Piscis al invierno en el hemisferio Norte, que es donde la astrología se desarrolló.
El año tropical se repite en el tiempo y empieza infaliblemente con 0º de Aries el día del equinoccio de primavera, seguido por los 0º de Cáncer en el solsticio de verano, los 0º de Libra en el Equinoccio de Otoño, y los 0º de Capricornio en el solsticio de invierno. En este zodiaco solar o tropical se basa, exclusivamente, la astrología occidental para sus cálculos e interpretaciones, mientras que la astrología oriental calcula las posiciones planetarias, tanto respecto a las mansiones lunares como en cuanto a los signos solares, sobre la base del zodiaco sideral.
Mientras que los astrólogos occidentales ubican el equinoccio de primavera cada año en los 0º de Aries, los astrólogos orientales lo sitúan actualmente entre los 5º y 9º de Piscis, según el ayanamsa o cálculo matemático que usan para determinar cuánta retrocesión ha habido desde que, por última vez, el equinoccio coincidió realmente con los 0º de Aries. No sorprende, realmente, que esta última coincidencia se diera en los primeros siglos de nuestra era, cuando la astrología helenística floreció bebiendo del Jyotish.
Durante unos siglos, zodiaco sideral y tropical estaban prácticamente idénticos. Con el tiempo, sin embargo, se mostraría su creciente desfase. Hay quienes piensan que los antiguos astrólogos griegos, quizás, no fuesen conscientes del movimiento de la precesión de los equinoccios. Pero el ALMAGESTO, concebido en el siglo II por Claudio Ptolomeo y que es la referencia astrológica de Occidente hasta la época de Kepler, muestra claramente que hubo constancia de este fenómeno. O sea, la astrología helenística se decantó en un momento dado en exclusiva por el zodiaco tropical, descartando quizás el sideral ligado a unos nakshatras que, con sus deidades provenientes del panteón hindú presidiendo las distintas mansiones lunares, resultaron extraños a la cultura occidental.
Por otro, en la India, probablemente, se perdió el conocimiento acerca de la coexistencia y diferente aplicación de ambos zodiacos en los milenios anteriores a los mencionados siglos alrededor del nacimiento de Cristo, en los que los zodiacos sideral y tropical coincidieron en el cielo, cuando las posiciones planetarias respecto a los signos solares eran las mismas que referente a las estrellas fijas. Pero este conocimiento existió y puede ser demostrado.
SURYA SIDDHANTA, un tratado astronómico clásico de la India, por ejemplo, señala los solsticios y equinoccios como determinantes para calcular las estaciones y meses de un año solar. Es decir, hace referencia al año tropical basándose claramente en el movimiento tropical y no sideral del Sol. Sin embargo, hoy en día aún se suele celebrar en la India el solsticio de invierno el 14 de enero, lo cual no tiene sentido pudiéndose comprobar fácilmente que es sobre el 21 de diciembre, cuando el Sol cambia su dirección en el trópico de Capricornio para volver hacia el Norte.
BRIHAT JATAKA de Varahamihira, otra obra clásica de astrología védica, también da una referencia tropical señalando que la trayectoria del Sol hacia el Norte empieza con el signo de Capricornio y su recorrido hacia el Sur con Cáncer. Por otro, divide el zodiaco en una mitad solar, desde Leo hasta Capricornio, y otra mitad lunar, desde Acuario hasta Cáncer, señalando que la mitad solar empieza con la mansión lunar de Magha y la lunar culmina con Ashlesha. Es decir, da tanto una referencia tropical como otra sideral. Lo mismo hace Aryabhata, un gran matemático y astrónomo de la misma época en la que, debemos recordar, ambos zodiacos coincidían.
Fue el astrólogo estadounidense Ernst Wilhelm que, a principios de este milenio y tras una infatigable investigación, llegó a la conclusión de que ambos zodiacos siempre habían coexistido, recogiendo el zodiaco lunar o sideral nuestra relación con las estrellas, sobre cuyo trasfondo vemos moverse los planetas, mientras que el zodiaco solar o tropical refleja la relación entre la Tierra y el Sol, como centro del sistema solar al que pertenecemos.
Durante los siglos que ambos zodiacos coincidían, probablemente, se confundieron y se los usaba indistintamente. Después, la astrología oriental se decantó por el sideral, en gran parte porque el conocimiento acerca de los nakshatras prevaleció, mientras que la astrología occidental se centró en los signos solares del zodiaco tropical.
Sin embargo, con el tiempo, se cometió el error de confundir los 12 signos del zodiaco, que provienen de la división de la eclíptica en 12 porciones, con las estrellas más allá de la eclíptica. Se empezó a hablar indistintamente de, por ejemplo, el signo de Tauro o la constelación de Tauro. Así es como la astrología occidental redujo los 27 nakshatras o constelaciones de estrellas, a 12 constelaciones que, sin embargo, no abarcan 30º cada una, tal y como lo hacen los signos solares. El Sol tarda, por ejemplo, 44 días en recorrer la denominada constelación de Virgo, pero solamente 21 días para atravesar la constelación de Cáncer.
Cuando los cálculos occidentales dan la posición del Sol en la constelación de Sagitario, por ejemplo, el cielo real muchas veces lo contradice, ya que hay mucha probabilidad de que aún se encuentre en la constelación de Escorpio, como se puede comprobar fácilmente con aplicaciones como STELLARIUM. Es lo que se señala por parte de la astrología védica, que está cobrando más visibilidad en Occidente desde que, en los años 80, vinieron algunos astrólogos orientales a Occidente y otros occidentales viajaron a la India.
La brecha entre los defensores de ambos zodiacos, no obstante, se cierra reconociendo que es la terminología la que es confusa o equivocada, pero no la técnica. Si aplicamos el zodiaco sideral para calcular la posición de los planetas en relación con los nakshatras y el tropical respecto a los signos solares, no sólo volvemos a beber del conocimiento original de la astrología védica, sino que obtenemos unas cartas astrales muy completos que recogen información de ambos zodiacos.
Es la técnica que yo empleo para mis lecturas y mis vídeos en YouTube. Podemos reflejar en una carta védica tanto las posiciones tropicales de los planetas como también su ubicación en nakshatras siderales, y calculo el ayanamsa o diferencia en grados entre ambos zodiacos, para cada momento en el tiempo, basándome no en el tradicional ayanamsa de Lahiri sino en el más moderno y más correcto cálculo de Ernst Wilhelm, que parte con el ayanamsa de Dhruva Galactic Center – Middle of Mula, del centro galáctico y la mitad de la mansión lunar de Mula como puntos fiables de referencia. Somos un creciente grupo de astrólogos védicos que, sobre todo en Occidente, nos decantamos por este enfoque integrador, que es tanto moderno como también respeta el conocimiento original.